Afuera chispeaba, por decir algo. Diez de la
mañana. La camarilla de muchachos Borderline expectante. Cuando la doctora Tous
entró, atrancaron la puerta y fue acorralada. La conminaron a desnudarse y
arrodillarse para celebrar una ancestral ceremonia japonesa. La cubrieron toda
de leche. Algunos no acertaron y eyacularon en el techo. Nadie podía derribar
la puerta.
Los Borderline, no sin jolgorio, se comieron a
la viscosa doctora. Y, súbitamente, entre ellos surgió la furia caníbal. Un
magma de colmillos veloces engulléndose, casquería que se devoraba a sí misma. Cuando
llegaron los bomberos, no había quedado ni rastro. Todo el hospital guardó
silencio durante mucho tiempo y disimulaban silbando “Agua, azucarillos y
aguardiente”.
Una noche, el intrigante doctor Dou, experto
en ingeniería genética, con sigilo encontró un resto de la carnicería que había
tenido lugar. Se trataba de un ano mongol, como un donut, pegado a la ventana. Lo
guardó en su maletín y salió furtivo del hospital sin ser advertido. Su chófer
le estaba esperando. Se dirigieron a la zona alta, donde el doctor Dou poseía
un enorme laboratorio dentro de una insignificante mansión cerca de la Universidad de
Miskatonic.
Trabajó día y noche en su nuevo proyecto. Cuando
terminó, llamó a su mejor amigo, el doctor Ou. Dou extrajo con cuidado unos
pergaminos guardados dentro del escritorio, los planos de una nueva criatura a
partir del ADN del donut mongol.
-Fíjate, el diseño de una jirafa con una sola
pata, alas de mariposa gigante Ornithoptera
alexandere, y una cabeza de Jano de bronce. -¿No te parezco divino?
El doctor Ou, evasivo: “Hoy las ciencias
adelantan / que es una barbaridad / ¡Es una brutalidad! /Es una bestialidad” (“A.,
a. y a.”).
Microrrelato de: torsofuck
1 comentari:
Los textos firmados por torsofuck son de mi hermano.
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