divendres, 17 de desembre del 2010

Embriaguez

Multitud y soledad, términos iguales y convertibles para el poeta activo y fecundo. Quien no sabe poblar su soledad, tampoco sabe estar solo en medio de una atareada muchedumbre.

El poeta goza del incomparable privilegio de poder ser, a su guisa, el mismo y otro. Como las almas que vagan buscando un cuerpo, entra, cuando quiere, en el personaje de cada uno. Sólo para él, todo está vacío; y si determinados lugares parecen estarle vedados, ello se debe a que, a sus ojos, no merece la pena visitarlos.

El pensativo y solitario paseante obtiene una singular embriaguez de esa comunión universal. Quien se desposa fácilmente con la multitud, conoce goces febriles, de los que quedarán eternamente privados, el egoísta, cerrado como un cofre, y el perezoso, metido en su interior como un molusco. Abraza como suyas todas las profesiones, todas las alegrías y todas las miserias que la circunstancia le presenta.

Lo que los hombres llaman amor es cosa muy pequeña, restringida y débil, en comparación con esta inefable orgía, con esta santa prostitución del alma que se da por completo, poesía y caridad, a lo que aparece de improviso, a lo desconocido que pasa.
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[Fuente: fragmento extraído de Charles Baudelaire. Pequeños poemas en prosa. "Las multitudes", Cátedra Letras Universales.]

1 comentari:

Unknown ha dit...

Me encanta como escribe Charles Baudelaire, es uno de mis favoritos , una de la frases que mas me gustan es: ‘’Una gran sonrisa es un bello rostro de gigante’’