dimarts, 14 de desembre del 2010

Interferencia

Una tormenta de palabras, conexiones, imágenes, luces y otros satura a todas horas la cabeza. No poder mirar lo que nos rodea porque la bronca interior se interpone entre la cabeza y lo exterior. Como una permanente interferencia que no permite sintonizar el dial de la realidad. Cada vez intentar fijar la atención en algo que no forme parte del propio mundo interior. No poder. No ser capaz de salir de la propia cabeza.

La cabeza proyecta a través de los ojos y no ve cuando mira. No saber en qué medida se ve algo fuera del proyector visual. ¿Qué ven los ojos? Rostros, paisajes... ¿Cuánto hay de ellos y cuánto de nosotros al enfocar nuestros ojos hacia los mismos? Un misterio indescifrable nos separa (o nos une en la soledad de lo distinto) de lo que nos rodea.

El mundo exterior existe, de eso no hay duda. Mas es imposible saber qué diablos hay allí fuera ante nuestros ojos. ¿Qué vemos aparte de lo que estamos programados para ver? ¿Se puede reprogramar nuestro "disco duro" para poder acercarnos de algún modo a la entidad real de lo que vemos?

[Ta vez, las diferentes técnicas de meditación o por ejemplo la respiración abdominal limpian de "archivos inútiles" nuestro ordenador cerebral y nos permiten afinar más la visión de lo que nos rodea: podremos ver momentáneamente con ojos nuevos hasta que el ruido de la cabeza vuelva a interferir.]

Conceptualmente hablando, acaso la diferencia entre lo que se ve y la realidad en sí de lo visto tenga alguna similitud con la diferencia existente entre cómo oímos nosotros nuestra propia voz cuando hablamos y cómo la oyen los demás, o cuando se escucha en una grabación. El mismo sustrato pero diferente percepción. Es solo una aproximación tangencial a la escisión entre el yo y el no-yo.

La realidad es una perfecta des-conocida para nosotros pese a que estamos programados para estar en ella.

2 comentaris:

Unknown ha dit...

Estábamos todos tranquilos ,de reprende entra el profesor, hoy no hay clase:
-Yo dije: Qué¡¡¡¡¡¿ nos vamos?.
-El respondió: NO, he traído un cuadro, lo van a mirar y todos me van a decir lo que ven en el.
El cuadro era el mismo, pero lo que observaba en el cada persona era igual y diferente (si , algunos coincidíamos, otros no)
Con la realidad ocurre lo mismo que con el cuadro ¿Por qué?, porque la percepción es subjetiva y ante un mismo estimulo visual se derivan distintas respuestas. Y nuestras experiencias ,necesidades variaran con el paso del tiempo,es evidente que miraremos con ojos nuevos la REALIDAD…………………y aun así seguirá siendo una perfecta Des-conocida.

Pesadillas con cuerpo ha dit...

El problema, precisamente, es que toda percepción, sensación, etc., es subjetiva, pero la realidad es otra cosa a cómo la percibimos, sentimos, captamos. Las palabras separan de las cosas a las que nombran, al etiquetarlas lingüísticamente matamos lo que son (al igual que los colores con que pintamos las cosas cuando las miramos: el color real de las cosas se nos escapa, claro, pero sin duda lo tienen).

Lo que causa vértigo es la sensación de no saber realmente cuál es el "color de la realidad", al margen de nuestra percepción, emoción: porque las cosas existen al margen de nosotros, y en apariencia no parecemos necesarios para ellas (no piensan igual aquellos místicos, por ejemplo, que dicen tener "el secreto" de una fusión y armonía de todos con el Todo, que, obviamente, no se capta a simple vista - la llave la tienen los iniciados - es preferible no seguir por esta senda). ¿Dónde estamos pues? ¿Es una broma pesada? Hay una disyunción insalvable entre el ser y las cosas o seres que nos rodean (árboles, personas, montañas, situaciones, colores...): no hay posibilidad de conjunción con "lo real", de conocer cómo es exactamente lo que nos circunda (la cópula es un intento efímero de alcanzar la fusión, pero vivimos en la disyunción no en la conjunción). Caímos al nacer en un mundo misterioso y cambiante, y en ese vértigo sin certezas parece que uno debe dejarse llevar, dejarse fluír, dejarse morir... sin entender absolutamente nada.