Noche. Lluvia. Un cielo lívido, acuchillado
Por mil flechas y torres al recortarse
Una ciudad gótica esfumada en la lejanía gris.
La llanura. Una picota con ahorcados ya resecos
Y que el pico ávido de las cornejas pone en movimiento,
Parecen bailar inenarrables danzas en el aire oscuro
Mientras sus pies se ofrecen al hambre de los lobos.
Hay algunas matas de espino y de acebo
Con su horrible follaje ampliamente esparcido
Sobre escenas fuliginosas de un difuso decorado.
Allí van tres prisioneros, macilentos
Y descalzos, escoltados por fornidos guardias
Cuyas lanzas y alabardas, cual pico de rastrillos,
Contra las lanzas del aguacero centellean.
[Extraído de: Paul Verlaine, Poemas saturnianos (1866) incluido en Poesía. Ed. de Jacinto L. Guereña. Colección Visor de Poesía, 2007.]
Por mil flechas y torres al recortarse
Una ciudad gótica esfumada en la lejanía gris.
La llanura. Una picota con ahorcados ya resecos
Y que el pico ávido de las cornejas pone en movimiento,
Parecen bailar inenarrables danzas en el aire oscuro
Mientras sus pies se ofrecen al hambre de los lobos.
Hay algunas matas de espino y de acebo
Con su horrible follaje ampliamente esparcido
Sobre escenas fuliginosas de un difuso decorado.
Allí van tres prisioneros, macilentos
Y descalzos, escoltados por fornidos guardias
Cuyas lanzas y alabardas, cual pico de rastrillos,
Contra las lanzas del aguacero centellean.
[Extraído de: Paul Verlaine, Poemas saturnianos (1866) incluido en Poesía. Ed. de Jacinto L. Guereña. Colección Visor de Poesía, 2007.]
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