dijous, 30 de setembre del 2010

El tormento es gozo

Al tomar conciencia de lo absurdo, uno pasa a quedar atado a él para siempre. Los dioses condenaron a Sísifo a empujar una roca eternamente hacia lo alto de una montaña, desde donde la piedra volvía a caer por su propio peso. Pensaron, con cierta razón, que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Aferrarse demasido a la vida nos arrastra a este suplicio en el que todo el ser se dedica a no rematar nada.

La persona que trabaja todos los días, en las mismas tareas durante toda su vida, tiene un destino igual de absurdo. Pero hay que ser consciente de ello, entonces se abre la tragedia: conocer esa miserable condición en toda su amplitud. La clarividencia de ese tormento puede dar, pardójicamente, un poco de luz. Hasta se puede gozar del tormento. Así, uno se acostumbra a pasar 8 horas diarias de su vida en el lugar de trabajo y hasta se lo puede pasar medianamente bien. La roca -angustia- es demasido pesada de llevar: las verdades aplastantes desaparecen al ser reconocidas.

La felicidad y el absurdo son dos hijos de la misma tierra. A veces, hasta el sentimiento absurdo nace de la felicidad. El hombre absurdo dice sí y su esfuerzo no cesa nunca. En la lucha atormentada puede estar la dicha.

1 comentari:

Unknown ha dit...

Muy cierto todo,me ha encantado,quizas porque dichas palabras describen algo que ya he vivido o porque tambien soy absurda.........